México • Aquello fue un diálogo y, al mismo tiempo, el enfrentamiento de dos maneras de entender al mundo, a partir de sus propias ideas sobre el papel que juega la cultura: el peruano-español Mario Vargas Llosa y el francés Gilles Lipovetski; el primero convencido de que sin la cultura la sociedad se deshumaniza, el segundo haciendo llamados a no darle tantas responsabilidades al arte y la cultura.
“Fundamentalmente no esperamos que la cultura cambie el mundo, como lo pensaba Rimbaud. Ya nadie puede pensar que la alta cultura va a cambiar la vida, en este plano la civilización del espectáculo ha ganado y de la cultura lo que esperamos es la diversión”, decía convencido el autor de libros como La era del vacío, El imperio de lo efímero, La pantalla global y La cultura-mundo.
Sin embargo, para el premio Nobel de Literatura la desaparición o el desplome de la alta cultura ha significado también el triunfo de una gran confusión, porque “con la alta cultura se han desplomado ciertos valores estéticos sobre los que no existe ya un canon, un orden de relación, una libertad que es infinita, pero dentro de esa libertad también podemos ser víctimas de los peores embaucos”.
Ambos estaban reunidos en el Instituto Cervantes de Madrid, a propósito del lanzamiento oficial del libro La civilización del espectáculo (Alfaguara, 2012), de Mario Vargas Llosa, en el que reflexiona acerca del papel que juega la cultura en nuestro tiempo, casi como mecanismo de distracción y entretenimiento, lejos del lugar que ocupaba como una especie de conciencia que impedía dar la espalda a la realidad.
Desde la perspectiva del narrador, si la cultura es puramente entretenimiento, no importa nada, pero “creo que la cultura significa mucho más, no sólo por el placer que produce leer una gran obra, ver un espectáculo exquisito de ballet, sino porque el tipo de sensibilidad, el tipo de imaginación, de apetitos y deseos que la alta cultura, el gran arte, produce en un individuo, lo arma y equipa para vivir mucho mejor, para ser más consciente de la problemática en que está inmerso”.
Menos optimista al respecto se manifestó Gilles Lipovetski, al no ver en la alta cultura un contrapeso o una salvación frente a los problemas de la sociedad: “Tengo menos fe que usted en la alta cultura, sobre todo cuando Óscar Wilde pasó 20 años de su vida en prisión, y recuerdo también que la nación más cultivada antes de la guerra era la alemana. La alta cultura no ha protegido a las personas de la barbarie.”
Debate entre inteligencias
Durante el diálogo, el cual fue transmitido en directo a través de las páginas de internet del Instituto Cervantes y de la Cátedra Mario Vargas Llosa, el autor de Travesuras de la niña mala reconoció que la posibilidad de leer a Joyce o a Góngora enriqueció su vida y no sólo por el placer de la lectura, “sino porque me hizo entender mejor la política, las relaciones humanas, lo que es justo y lo que es injusto. Llenó una vida de la que la religión había desparecido, de una espiritualidad que sin esas cosas no hubiera tenido.
Durante el diálogo, el cual fue transmitido en directo a través de las páginas de internet del Instituto Cervantes y de la Cátedra Mario Vargas Llosa, el autor de Travesuras de la niña mala reconoció que la posibilidad de leer a Joyce o a Góngora enriqueció su vida y no sólo por el placer de la lectura, “sino porque me hizo entender mejor la política, las relaciones humanas, lo que es justo y lo que es injusto. Llenó una vida de la que la religión había desparecido, de una espiritualidad que sin esas cosas no hubiera tenido.
“Creo profundamente que la mejor manera de contrarrestar el egoísmo, la soledad, esa competencia terrible, que llega a extremos de gran deshumanización exige una rica vida cultural, en el sentido más elevado de la palabra cultura, si no queremos llegar al vacío espiritual, en donde todos los aspectos negativos se manifiestan a diario”.
► Crítica a los intelectuales
En una de las partes del diálogo, Mario Vargas Llosa aseguró que uno de los reflejos más graves de la poca influencia de la cultura en nuestro tiempo está en lo que llamó la desmovilización de los intelectuales y de los artistas frente a los temas cívicos.
En una de las partes del diálogo, Mario Vargas Llosa aseguró que uno de los reflejos más graves de la poca influencia de la cultura en nuestro tiempo está en lo que llamó la desmovilización de los intelectuales y de los artistas frente a los temas cívicos.
“Creo que el preocuparse por el desplome de la alta cultura no es sólo por la pérdida para esa minoría, para esa élite que disfrutaba de esos placeres exquisitos del intelecto y la sensibilidad, sino el conjunto de la sociedad.”
Otro de los efectos de vivir en La civilización del espectáculo se nota en las artes plásticas, donde todo puede ser arte y nada lo es, donde todo arte puede ser bello o feo, pero no hay manera de saberlo.
“En el mundo del arte la confusión ha llegado a unos extremos cómicos y risibles: el gran talento y el pícaro se confunden porque ambos son víctimas de mecanismos, como la publicidad, por ejemplo. Es verdad que en otros campos la confusión no ha llegado a esos extremos, pero se ha infiltrado”, alertó el escritor.
A continuación presentamos un video llamado "Más cultura es más educación",
que tiene como información lo siguiente:
"Verte/Mirarte, Villa María del Triunfo- Lima
"Más cultura es más educación"Está comprobado que con la cultura descubrimos nuevas capacidades, incorporamos valores para la convivencia, ejercitamos nuestra disciplina y curiosidad hacia el conocimiento.
www.puntosdecultura.pe
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